domingo, 12 de abril de 2009

SUEÑOS DE SONIA 14 de Octubre del 2008




Sonia, joven estudiante de medicina en Lima, conoció San Jerónimo -pueblo natal de su madre- y se impresionó con la belleza de sus paisajes, los cerros cultivados hasta las cimas y los colores de su cielo al atardecer. Visitó la hermosa laguna de Pacucha; desde las ruinas Chankas de Sóndor divisó todos sus valles y sus serpenteantes caminos al borde de los precipicios. Disfrutó de las tibias y saludables aguas termales de Hualalachi y reprodujo el sonido de campanas golpeando las piedras huecas y metálicas del cerro Campanayoc. En San Jerónimo, distrito vecino a Andahuaylas, probó sus quesos en deliciosa combinación con mote ó con mermelada de sauco. Pero todas esas maravillas no lograban calmar su sentimiento de angustia al ver a su alrededor tanta gente en extrema pobreza, la misma pobreza de la que su madre –Leonarda- había logrado escapar con mucho esfuerzo y con la invalorable ayuda de una persona de bien que cumplió la promesa que hizo ante la pila bautismal cuando aceptó ser su padrino.

Leonarda durante su niñez, se ganaba unos centavos trabajando para aumentar el exiguo presupuesto familiar pero su trabajo no le permitía asistir a la escuela, condenándola al círculo vicioso de la ignorancia y la pobreza.

Su padrino al verla trabajando con su ropa raída y sus ojotas gastadas, habló con la madre y le pidió que ya no la envíe a trabajar. El se encargaría de su educación; le compró zapatos, uniforme, algo de ropa y la matriculó en un colegio particular. Para la pequeña Leonarda el cambio fue impresionante. Aunque su timidez, su ignorancia y su pobreza la convirtieron por un tiempo en centro de las burlas de sus compañeras, la niña supo sobreponerse a ello con gran dedicación a sus estudios dejando atrás el fantasma del analfabetismo y lograr con el tiempo viajar a Lima, formar una familia estable, convertirse en comerciante y con su esposo, sacar adelante a sus hijos.

Su hija Sonia soñaba contínuamente con el pueblo de San Jerónimo; no podía alejar de su mente la imagen de la pobreza que sufrían incluso muchos de sus familiares y repetía constantemente a su madre que al graduarse de médico iría a ayudar a sus pobladores más humildes. Leonarda, concentrada en su trabajo para afrontar los gastos de la casa y de la educación de sus hijos, no prestaba mucha atención a las insistentes peticiones de Sonia de hacer algo por su pueblo.

Poco tiempo después, Sonia la joven estudiante de medicina falleció afectada por leucemia, pero sus sueños solidarios no se fueron con ella.
Su madre –Leonarda- sobreponiéndose al inmenso dolor de perder a una hija joven y de futuro muy prometedor, dedicando su sufrimiento a Dios, decidió cumplir los sueños de Sonia y empezó con una energía envidiable a ayudar a los pobres de San Jerónimo y de las comunidades vecinas. Recibió y alojó en su casa a los enfermos, los ingresó a los hospitales de Lima, los acompañó y ayudó durante su convalecencia. Su trabajo desinteresado llamó la atención de médicos y directores de hospitales que ante su insistencia recibieron y ayudaron a los enfermos de San Jerónimo.

Nunca dejó de tocar puertas ni llamar por teléfono hasta conseguir atención para sus enfermos. Después de trabajar los visitaba, acompañaba y daba ánimos. Hasta conseguía pasajes donados por gente de buen corazón para regresarlos ya sanos a su pueblo natal. En esta labor consiguió el apoyo de médicos, enfermeras y voluntarios de varios hospitales del estado y hasta de un Ministro de Salud que se conmovieron ante tanta energía, tenacidad, desprendimiento y amor por el prójimo.

Las monjitas de los conventos de San Jerónimo no dudan en llamar a Leonarda cuando un enfermo necesita atención especializada ó traslado a Lima. Durante su sacrificada labor fue conociendo a varios médicos que se solidarizaron con ella. Leonarda organizó eventos y trabajó arduamente para conseguir fondos y financiar y organizar una jornada médica en San Jerónimo. Ella se impuso la meta de conseguir los pasajes para que sus amigos médicos viajen a Andahuaylas y trabajen sin cobrar durante 4 ó 5 días para los pobres de su ciudad natal en el vecino distrito de San Jerónimo.

Todos los años desde 1997 organiza jornadas médicas y coordina con varios médicos para fijar una fecha en que todos puedan viajar. Cada vez tiene más colaboradores desinteresados que la ayudan a recolectar fondos para financiar los viajes de los médicos, conseguir ropa para los niños, material educativo, artículos de higiene, material dental, anteojos y medicinas. Cuando alguno de los médicos especialistas no puede viajar, recomienda a un colega y lo usual es que este último se contagie del espíritu solidario y amoroso de Leonarda y se integre al grupo.

Para la jornada más reciente entre el 8 y el 12 de Octubre del 2008, a la que han asistido una Otorrinolaringóloga, una Pediatra, dos Médicos generales, dos Oftalmólogos y un Óptico, Leonarda ha recibido la donación de un equipo de atención odontológica y para su estreno ha logrado contar con la asistencia de tres Odontólogos.

Para desarrollar su obra benéfica ha recibido el apoyo de la Parroquia de San Jerónimo alojando a los médicos en la casa de retiros en donde además se instalaron tres consultorios y la Óptica. Las Hermanitas del Sagrado Corazón de María pusieron a su disposición la farmacia de su convento y tres consultorios más. Las Madres Carmelitas Descalzas del convento de clausura le prestaron su comedor y cocinaron delicias para la delegación con los alimentos que Leonarda les consiguió.

A lo largo de la jornada y por el simbólico pago de Un Sol se curaron cientos de caries y se fabricaron muchas dentaduras postizas; se trataron cientos de problemas de salud ocular y visual incluyendo lentes correctores; se trataron muchas dolencias de oído, nariz y garganta y cientos de adultos y niños recibieron atención médica especializada y medicinas. Leonarda está cumpliendo los sueños de su hija, los Sueños de Sonia y este es el nombre con el que este año ha bautizado a su Asociación Benéfica para formalizar su trabajo y canalizar la ayuda que recibe de amigos, familiares y colaboradores tanto del Perú como de Canadá, Bélgica, España é Italia.

El domingo, al terminar la jornada y pocos minutos antes de partir hacia el aeropuerto, el párroco de la Iglesia de San Jerónimo al bendecir el equipo odontológico donado que quedará bajo la custodia parroquial para la atención de su pueblo dijo:
“El ejemplo de Leonarda es como una cachetada que me hace reaccionar y tratar, como sacerdote, de hacer mucho más por mis feligreses”.
Todos los que la conocemos nos sentimos honrados por ello y nos consideramos afortunados al poder ayudarla a cumplir su labor y los Sueños de Sonia.

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