domingo, 12 de abril de 2009

Honor a Grau desde Andahuaylas. 15 de Octubre del 2004

joHonor a Grau desde Andahuaylas.
Roberto Monge Rivero
15 de Octubre del 2004

Este año, el feriado 8 de Octubre, aniversario de la Batalla de Angamos y de la muerte en combate del Almirante Miguel Grau, cae día viernes. El feriado largo es propicio para múltiples actividades y en esta ocasión dos de ellas de la mayor importancia para mi se cruzaron en mi agenda.

En el Calendario Anual de la Asociación de Veleros Oceánicos, la competencia más importante y por ende la mas esperada por nosotros es la Copa Paracas. Es una competencia internacional, es la mas larga de todo el calendario, está formada por varias regatas y el trofeo lo gana la embarcación que logre el mejor puntaje acumulado. La primera de las regatas es Callao-Paracas y la partida fue programada para el miércoles 6, a la una de la tarde frente a la Escuela Naval de La Punta. Pueden ser 24 horas contínuas de navegación ó mas. Depende solo de la fuerza y dirección del viento.

La siguiente regata será una maravilla. El día viernes 8 debemos partir de Paracas hacia el sur, en una travesía diurna que bordea las Islas Chincha y las Islas Ballestas, bello destino ecoturístico que alberga variadas especies de aves, lobos marinos y hasta cóndores que bajan desde la cordillera para retornar a la bahía al atardecer.

Como cierre de las competencias de esta Copa, el sábado 9, está programada la regata denominada Barlovento-Sotavento, dentro de la Bahía de Paracas que debe su nombre a las comunes tormentas de viento llamadas paracas y que algunas veces alcanzan velocidades de 40 nudos –aproximadamente 75 Kms. por hora- y que hacen prácticamente imposible la navegación.

Faltaban más de diez días para la partida y yo ya tengo listo mi maletín con mi uniforme del equipo del velero Counterpoint, mi traje de agua para marejadas, mi potente flash de emergencia en caso de hombre al agua durante la noche, mi guantes de cuero para evitar las ampollas al manejar las velas con viento fuerte, mis botines impermeables y hasta mis anteojos de repuesto.

Tengo otro maletín preparado con ropa para cordillera y bolsa de dormir pues el sábado en la noche, apenas termina la regata, debo regresar a Lima y estar a las 5 de la madrugada del domingo 10 en el aeropuerto partiendo hacia Andahuaylas, departamento de Apurímac, a mis vacaciones útiles en el distrito de San Jerónimo colaborando en la Jornada Médica Anual de Acción Social. Durante cinco intensos días, un grupo de médicos de buen corazón trabajan gratuitamente atendiendo a los indigentes, a la población de menores ingresos y a cualquier poblador con problemas de salud, en este lugar de nuestro Perú profundo donde el único hospital escasea en especialistas y en medicinas. Esta vez viajan especialistas en Cardiología, Ginecología, Otorrinolaringología, Medicina General, Odontología y Oftalmología y mientras el oftalmólogo cura y opera yo colaboro midiendo la vista y elaborando los anteojos.

Pero no nos olvidemos que el hombre propone y solo Dios dispone. Esta sentencia se reafirmó cuando recibí una llamada que rompía mi tan bien sincronizado calendario entre mi deporte favorito, mi trabajo y mis actividades de ayuda social. Algunos médicos, indispensables en la campaña solo podrían colaborar durante el fin de semana largo desde el 07 hasta el 10 de Octubre. Fue necesario adelantar la Jornada Médica en San Jerónimo y sería en las mismas fechas que las regatas así que tuve que renunciar a participar en la tan esperada Copa Paracas. Mi decisión no podía ser otra, pero mi preocupación por mis compañeros de tripulación es enorme. Como la competencia empieza en día laborable, no seré el único ausente. Otros tripulantes expertos con puestos muy importantes en el velero, tampoco podrán participar por motivos de trabajo y esta competencia es dura.

El miércoles 6 partió el Counterpoint rumbo a Paracas con doce tripulantes, cuatro de los cuales suben a un velero de competencia por primera vez, otros tres tienen poca experiencia y los otros cinco incluyendo a Tato Heinrich nuestro capitán y a Claudia del Solar, nuestra osada representante femenina, son parte de la tripulación estable del velero.

El jueves a las 6 de la mañana yo despego nuevamente del Callao rumbo a Andahuaylas en el mismo avión que el año pasado, un pequeño, antiguo y ruidoso avión ruso Antonov para 30 pasajeros de la compañía Aero Cóndor. Este año –por fin- le pusieron llantas nuevas al Antonov. En dos ocasiones anteriores solo cambiaban una llanta a cada lado, la del lado externo y ponían la gastada en el lado interior.

La ruta es volar hacia el sur sobre el mar hasta llegar al valle del Río Cañete y luego atravesar la cordillera. Mientras volamos sobre el mar no quito la mirada de la ventanilla con la remota esperanza de ver la flota de veleros en competencia rumbo a Paracas. No he podido divisarlos, pero cuando el avión varió su rumbo hacia el este para remontar la cordillera de Ayacucho, desde el aire les deseé buena suerte a todos los navegantes.

A las 7:30 am aterrizamos en el aeropuerto de Huancabamba a 3,800 metros de altitud Este pueblito tiene el mismo nombre de una provincia piurana y está en las alturas de Andahuaylas. Solo pueden entrar aviones pequeños porque el aire enrarecido por la altitud y la baja presión atmosférica, no permite una buena sustentación. El avioncito es una carcocha pero los miembros de la tripulación son muy profesionales y muy atentos. El piloto nos dejó sorprendidos con un aterrizaje perfecto en condiciones difíciles

Los médicos con su instrumental, los odontólogos provistos también de una compresora de aire para accionar sus máquinas de penetrante zumbido y yo con mi lensómetro para medir la graduación de los anteojos, mi caja de lunas para medir la vista y una gran provisión de monturas y cristales, llegamos a la Casa Parroquial de Retiros del distrito San Jerónimo convertida provisionalmente en consultorios. Un gran salón utilizado para la catequesis lo compartimos entre tres odontólogos, un técnico dental, un oftalmólogo y la óptica y optometría a mi cargo. Al lado, uno de los dormitorios fue convertido en consultorio de oídos, nariz y garganta. A dos cuadras de distancia, el dispensario del convento de las Hermanas del Sagrado Corazón de María fue convertido en consultorios de Medicina General, Neurología, Cardiología y Ginecología.

Por el madrugón para estar en el aeropuerto antes de las 5 am. todos estábamos cansados y es recomendable reposar un poco para que la altura no afecte demasiado a los costeños. Son las 9 de la mañana y la cola de gente esperando atención médica ya es tan grande que bajamos maletas, empezamos equipar consultorios y a atender casi de inmediato. Salvo una breve interrupción -para no despreciar un rico almuerzo preparado con mucho amor por las invisibles monjitas de clausura del vecino Convento de las Carmelitas- continuamos atendiendo sin parar hasta el anochecer. Después de una cena ligera nos fuimos a descansar pero como era previsible, por no haber reposado un poco al llegar, agregado al trabajo agitado por la gran cantidad de pacientes, nos afectó el soroche ó mal de altura produciéndonos a la mayoría, desasosiego, dolores de cabeza y taquicardias. ¡Que mala noche! Durante el insomnio y la jaqueca pensaba en mis compañeros de navegación. ¿Cómo habrán llegado a Paracas? ¿Habrán tenido buen viento?

Al amanecer ya habían hecho algún efecto la Coramina Glucosa, las Aspirinas y el matecito de coca cuando un sol radiante nos sacó de la cama. Se nos ha hecho tarde y mi reloj que debía sonar a las 7 no accionó la alarma. Se detuvo a las 5 y 25 de la madrugada! Todos empezaban a circular apurados y pensé: ¡A mi reloj también le afectó la altura!
Alfredo ¿qué hora tienes? Pregunté al Oftalmólogo que regresaba del baño.
-No lo sé -me respondió- mi reloj se ha malogrado y se detuvo a las 5 y 25 de la madrugada.
¡Que extraño –pensé mientras prendía mi radio a transistores- En ese momento el locutor decía: ¡La hora Inca Kola: 5 y 30 de la mañana!
El cielo estaba totalmente limpio, el sol iluminaba como si fueran las 9 y empezábamos a sentir apetito cuando faltaban aún dos horas para el desayuno.


Este es el sexto año consecutivo de Jornada Médica en esta zona de Apurímac y yo he participado en los cuatro últimos años. La seriedad de nuestro trabajo en los años anteriores ha conseguido la confianza de la población que se atiende cada vez en mayor cantidad. Es impresionante ver a estos médicos acostumbrados a la comodidad de sus hospitales y consultorios en Lima, operar sin quejarse del dolor de cintura que les produce estar agachados sobre un paciente en una banca de madera a falta de mesa de operaciones y solo compensados por las sonrisas agradecidas de los aliviados pacientes.

Un ancianito, pequeño, de muy pocas palabras, con una gran timidez quizás aumentada por la ausencia total de dentadura, amaneció en la cola y no se fue hasta el anochecer cuando el odontólogo le colocó su nueva dentadura postiza. Era otra persona. Salió sonriente y erguido. Mientras el técnico dental fabrica dentaduras, los dentistas, entre curaciones y extracciones, atienden casi cien personas por día y un grupo de señoras reparten cientos de cepillos y pasta dental para educar en la prevención de caries.

El otorrino, entre faringitis, amigdalitis y otras afecciones, batalla de vez en cuando con algunos oídos llenos de tacos de cerilla tan compactos que le gustaría tener un taladro y el ginecólogo reniega por el tiempo perdido en levantar al menos siete polleras en cada una de sus pacientes.

La obstrucción del conducto lacro-nasal de una paciente no le permite que el excedente de sus lágrimas desfoguen con naturalidad en la garganta. Lagrimea constantemente y sus párpados están muy inflamados. Por secarse las lágrimas con demasiada frecuencia, se irrita los párpados y se infecta los ojos. El oftalmólogo, quirúrgicamente, eliminó la obstrucción en uno de sus ojos. Fue dolorosa la intervención porque la anestesia no llega hasta algunos nervios en el hueso del pómulo, pero sintió tanto alivio al sentir el flujo natural de sus lágrimas, que por la tarde regresó para que le operaran el otro ojo.

Otra paciente lleva meses con un ojo supurando por la infección profunda debajo de sus glándulas lacrimales. Los antibióticos en gotas no llegan hasta ahí. Los nervios están tan inflamados que la anestesia no hace el efecto suficiente. Sería necesario antibióticos y antiinflamatorios inyectables varios días antes de la cirugía pero la paciente vive en una comunidad lejana y le ruega al doctor que la cure ahora. El médico le advierte que puede ser doloroso pero ella insiste. Agarrada con firmeza de la silla, sin soltar un gemido y sin cerrar el ojo ni voltear la cara colaboró hasta que el médico pudo extirpar el profundo núcleo de la infección. Solo por la rigidez de su cuerpo y el gesto adolorido de su boca se podía notar su enorme sufrimiento, pero llevaba tantos meses enferma que decidió soportarlo con una valentía pocas veces vista..Ahora está totalmente recuperada.

Era previsible que casi se agotaran los cristales para présbitas. Los pacientes mayores de 40 años recuperaron con sus nuevos lentes, la capacidad de leer y escribir y en el caso de los analfabetos pudieron continuar con sus tejidos, costura y muchas labores de corta distancia, pero lo que fue una sorpresa fue la gran demanda de anteojos de protección solar. Hasta el año pasado la mayoría de pacientes con inflamación por el sol, la tierra y el aire seco de la cordillera solo pedían tratamiento con gotas que solo son un paliativo caro, pero aquellos que decidieron hacer caso a nuestra recomendación de utilizar lentes de protección solar anti UV han tenido tan buen resultado que este año se agotaron al segundo día y tuve que pedir un envío extra en el siguiente vuelo. Una familia de panaderos con edema en los ojos por la contínua exposición al calor de los hornos, recibe tratamiento de urgencia y lentes de protección industrial. Gracias al apoyo de personas con emoción social é instituciones religiosas, todos los que lo solicitaron obtuvieron su tratamiento, sus nuevos dientes y sus nuevos lentes. Una acepción diferente de la frase Ojo por Ojo y Diente por Diente.

Para que los médicos y colaboradores que vienen por primera vez a Andahuaylas, conozcan una de las grandes bellezas naturales de la zona, el párroco nos ha prestado su camioneta Toyota Land Cruiser 4 x 4 para almorzar a orillas de la Laguna de Pacucha a 30 minutos de la ciudad. El sábado a la hora del refrigerio, cargamos con una gran olla de tallarines con pollo y luego de tomarnos unas fotos y disfrutar del paisaje, dimos cuenta del contenido. No hubo tiempo para la sobremesa porque en los consultorios la gente se agolpa en demanda de atención.

Un joven sacerdote, vicario de la parroquia y uno de los catequistas que lo apoyan, aprovecharon la campaña médica y ordenaron la preparación de sus lentes pero no han venido a recogerlos el domingo y el lunes es el último día de atención. Pregunté por ellos a un auxiliar de la parroquia que oficia de intérprete quecha y su respuesta nos dejó helados. Hace unas horas han tenido un serio accidente en la camioneta que ayer nos prestó el párroco. El vicario se dirigía a dar la comunión en Kaquiabamba, una comunidad aledaña, cuando perdió el control en una curva y cayó en un barranco rodando cinco vueltas de campana hasta detenerse 100 metros mas abajo. El y tres catequistas que lo acompañaban fueron rescatados vivos y trasladados al hospital del Ministerio de Salud. Uno de los jóvenes ha tenido que ser intervenido de urgencia por hemorragia interna; los demás solo tienen contusiones y un gran susto. La potente y fuerte Toyota 4 x 4 ha quedado inservible.

El día lunes visitamos al vicario accidentado. Ya lo dieron de alta y está regresando al hospital para acompañar a su ayudante recién operado. En la noche, antes de empacar salí a comer un par de anticuchos en el mercado de San Jerónimo. La anticuchera estaba estrenando lentes, me reconoció y me sirvió un plato “bien despachado”. Frente al mercado había un letrero notorio que decía INTERNET y por medio sol pude revisar y limpiar mi casilla de correo electrónico y enterarme del resultado de la regata en Paracas. Había recibido un mail de nuestro capitán Tato Heinrich:

“Felicitaciones nuevamente a la tripulación por el rotundo éxito de esta campaña esperando nuevos éxitos para lograr el campeonato nacional.
Los pronósticos indicaban vientos hasta de 30 nudos(55 Km/h) y mar fuerte por lo que era indispensable tripulación completa , además de velas mas chicas y otras consideraciones de seguridad. Faltaban nueve millas para la meta (hora y media de camino en condiciones normales) cuando el viento continuó subiendo hasta convertirse en una Paraca como la que no se había producido desde hace muchos años .
El mar se puso muy grueso , el viento con ráfagas de hasta 40 nudos(75 km/h) venía con gran cantidad de tierra que me imposibilitaba la visión por momentos, las olas pasaban por la cubierta bañando a todos , la visibilidad era no mayor de 300 mts. El timón había sido forzado en el cambio de vela y no funcionaba quedándonos sin gobierno , por lo que saqué de inmediato la caña de respeto y la instalé , teniendo nuevamente control de la embarcación. La boya no se veía por la tierra que venía con el viento y en lugar de la boya nos encontramos con una patrullera de la marina que desconociendo las reglas del mar se puso delante nuestro esperando que nosotros cambiarámos de rumbo lo cual tuve que hacer a última hora , a escasos metros de la colisión no sin antes recordarles a su mamita.
(Aquí dejo espacio para que agreguen lo que pensó cada uno en ese momento considerando la inminente colisión). Luego de este intempestivo viraje y detrás de la patrullera divisamos finalmente la boya de llegada ,la cual pasamos con gran alivio y satisfacción.
Encendimos el motor y bajamos velas , para ir al Yatch de Paracas pero por las condiciones de la tormenta solo caminábamos a 1.5 nudos a toda máquina . El Administrador del Yatch nos dijo que no tenía lancha para recoger a nadie hasta que pasara la tormenta y Claudia entró en trompo , llamando a su mamá desesperadamente por el celular ,quien por suerte consiguió una lancha en el muelle de El Chaco que finalmente nos llevó a tierra.

Al día siguiente limpiamos la embarcación, reparamos el timón , el burro , una barba de la mayor y otras cosas estando nuevamente en la partida para la regata a Islas de Chincha,esta vez con Kathia, Mela, Gisella en reemplazo de Rudolf ,Eduardo Hermoza y Claudia que todavía estaba en shock.

La tripulación funcionó excelentemente pese a su poca experiencia , izando spinaker y maniobrando con bastante destreza logrando culminar con broche de oro la campaña.
Como resultado ; ganamos las tres regatas y el premio al espíritu marinero por vencer todas las dificultades que se nos presentaron , pero lo mas importante de todo es que tuvimos una tripulación unida ,con mucho compañerismo , voluntad , entereza y tesón ,comprometida y empeñada en lograr el triunfo”
Tato, su capitán.
Aunque no pude participar en esta competencia, nuestro ya legendario velero Counterpoint que en Octubre del año 2002 fue la revelación de la regata a las Islas Galápagos, Ecuador donde obtuvimos el premio al Mayor Espíritu Marinero por haber reparado una rotura total de mástil y velas y superar en esas condiciones una distancia de mas de 1000 Kms. sin escalas intermedias durante 75 horas contínuas de navegación, vuelve a destacar en una difícil prueba. Su tripulación honra a nuestro héroe Miguel Grau Seminario desde el mar de Paracas y yo desde la cordillera peruana.

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