domingo, 12 de abril de 2009

La negra Josefa, la popular Doña Pepa. 30 de Octubre del 2003

La negra Josefa, una esclava con hemiplejia debido a una embolia cerebral vivía por el año 1800 en una de las haciendas del valle del río Cañete. Tener medio cuerpo paralizado le impedía trabajar y ni siquiera podía colaborar en la cocina.
-Pepa –así la apodaban-, ¡eres libre! Le dijo su amo, para no mantener a una esclava enferma é inútil para sus propósitos.

Era libre casi 50 años antes de que el Mariscal Ramón Castilla aboliera la esclavitud en el Perú, pero sin posibilidades de sobrevivir por sus propios medios. Pepa no se resignaba a vivir de la escasa caridad que le podrían brindar los demás esclavos. Había escuchado de los milagros de un Cristo moreno, el Cristo de Pachacamilla, un barrio humilde de Lima y logró que la llevaran hasta allí.

Mientras se acercaba a la multitud que llevaba al Señor de los Milagros, le pedía que la ayudara a poder juntar sus manos, aunque sea para que la mano enferma le sirva de apoyo a la mano sana y poder ayudar un poco en la limpieza y en la cocina. La imponente y enfervorizada multitud la impresionaron aumentando su fé y mientras a la procesión pasaba frente a ella, continuó orando:
-Permite señor que mis manos puedan trabajar juntas que yo encontraré la manera de agradecértelo.

Josefa sintió una opresión en el pecho y de pronto pudo juntar sus manos en señal de oración. La hemiplejia había desaparecido.
Esa noche se quedó dormida agradeciendo a Dios por el milagro y pensando como cumplir su promesa. En sus sueños iban apareciendo los ingredientes de un delicioso manjar que ella haría con sus propias manos para ofrecerlo a los fieles ante el Cristo de Pachacamilla como testimonio de su milagrosa curación y como su humilde colaboración para el engrandecimiento de la fé en Dios.

Ayer esclava y enferma, la negra Josefa, esa mañana de Octubre de 1800, sana y libre, preparaba y ofrecía a Dios el primer TURRÓN DE DOÑA PEPA, dando origen a la tradición que se mantiene hasta nuestros días y es testimonio de fe y fuente de trabajo de muchos peruanos.

Se los cuento a ustedes como me lo contaron hoy un grupo de discapacitados que este sábado primero de Noviembre ofrecerán a Dios su sufrimiento desplazándose sin complejos, con sus muletas ó sillas de ruedas por las avenidas céntricas de Miraflores demostrando su fé.

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