martes, 31 de agosto de 2010

MAYORMENTE DESCONOZCO Parte II. 40 días de Fiebres de Origen Desconocido




MAYORMENTE DESCONOZCO Parte II40 Días de Fiebres de Orígen Desconocido
Roberto Monge Rivero
29 de Mayo del 2010


Desde el viernes 19 de Febrero por la tarde me empezaron a afectar fiebres altas y continuas. Lo que inicialmente parecía un resfrío ó una gripe quedó descartado por los exámenes de laboratorio que indicaban una fuerte infección bacteriana de origen y foco desconocido pues una semana después, en el examen clínico, los médicos no pudieron encontrarlo.


El sábado 27 de Febrero me interné en una clínica para efectuar exámenes radiológicos, colonoscopía, ecografía de tórax y abdomen pero no encontraron el foco infeccioso.
Para evitar una septicemia empezaron a tratarme con fuertes antibióticos de amplio expectro por vía endovenosa y la fiebre empezó a ceder el miércoles 3 de Marzo, casi dos semanas después de su inicio pero sigo sin diagnóstico. Al tercer día sin fiebre me enviaron a casa con medicación oral y la mejoría continuó.


Cuando todo parecía controlado, empezaron nuevamente las fiebres el 19 de Marzo.
Cambié de médico y de clínica. Ordenó nuevos análisis y cultivos, y mientras esperábamos en casa los resultados, un fuerte dolor en la parte inferior de mi pulmón derecho dio el aviso del origen de las fiebres. La pleura se había inflamado señalando la zona donde concentrar la búsqueda. Mi apetito desapareció y mi cuerpo continuaba debilitándose. Me costaba mucho trabajo estar de pié y mantener los ojos abiertos.


El 24 de marzo los nuevos antibióticos y la cortisona aún no hacían el efecto deseado. Estoy en casa, en cama, con antibióticos a la vena. Un técnico especialista viene diariamente a administrar las dosis. Mis alimentos se han reducido a gelatina y compotas de fruta. Todo lo demás me da náuseas. Seguimos a las espera de los resultados de los exámenes.


Uno de los exámenes descartó cáncer hepático. Hasta que al fin, una de las tomografías detectó una anormalidad en el lóbulo superior derecho del hígado y se confirmó la presencia de un abceso causado por bacterias aún desconocidas y que aunque nunca causó dolor en el hígado, si lo causó al comprometer a la pleura del pulmón derecho.


El 30 de Marzo me hospitalizaron é intentaron drenar el abceso pero su excesiva densidad y su gran tamaño no lo permitió.
El día 1° de Abril –Jueves Santo- el cirujano intentó inicialmente extraer el abceso mediante laparoscopía lo que hubiera resultado menos traumático, pero al comprobar la condición purulenta y hemorrágica del hígado, decidió retirar el instrumento y realizar una cirugía abierta.


El abceso tenía mas de 14 cm. y la cavidad resultante de su extracción era tan grande que el hígado no cesaba de sangrar. El cirujano se vió obligado a rellenar la cavidad con gasas estériles, cerrar temporalmente el corte para favorecer la coagulación, aplicarme una transfusión de sangre.
El Domingo de Resurrección, tras comprobar la coagulación, efectuó la segunda cirugía. Abrió por el mismo lugar para retirar las gasas. De todo esto me enteré durante mi recuperación, pues yo no tenía la menor idea de las fechas.
Debido a la envergadura del abceso retirado y a la gran longitud del corte abdominal -25 cm. siguiendo la línea inferior de mis costillas del lado derecho- estuve durante 10 días en cuidados intermedios. Los dos primeros días sedado, entubado y con las manos amarradas; con antibióticos y alimentación endovenosa. La atención de las enfermeras y auxiliares fueron extraordinarias. Marinés venía todas las mañanas y se iba en la noche. Mi hijo Roberto llegaba todos los días después del trabajo. Mi hija Mariana quien vive en Chile, vino dos fines de semana y mi hijo Fernando quien vive en Ecuador vino cuatro días.


Recibía las visitas de una en una pero en ocasiones tenía tantas que la sala de espera estaba repleta. Cuando abrían la puerta yo podía ver desde mi cama a muchos familiares y amigos saludándome, alentándome y deseándome pronta recuperación. Fue muy reconfortante y halagador ver y sentir tantos buenos deseos así como saber cuántos parientes y amigos se presentaron dispuestos a donar sangre y cubrir de inmediato la cantidad requerida.
Durante estos diez días, el médico esperaba una evolución positiva del hígado, para poder iniciar el tratamiento del pulmón derecho que había sido afectado desde el momento en que el abceso causó la inflamación de la pleura. Para el médico era una incógnita verificar que teniendo uno de mis pulmones repleto de líquido y con la pleura inflamada, mi nivel de oxigenación se mantuviera en 95% y me preguntó si practicaba algún deporte. Parece que el fulbito, el frontón el bádminton y la navegación a vela fortalecieron mis pulmones a tal punto de tener la capacidad de oxigenar razonablemente el organismo con uno solo que automáticamente modificó mi frecuencia respiratoria haciéndose menos profunda pero más frecuente de modo que el pulmón sano evitó que el otro sufriera molestias manteniendo sorprendentemente la oxigenación. Con la ayuda de ejercicios respiratorios dirigidos por un especialista pude mantener el pulmón funcionando hasta que mi estado de salud permitiera hacerle un drenaje.
Al 4° día en cuidados intermedios intenté pararme y caminar con la ayuda de una enfermera. Ya tenía casi 15 días postrado y con alimentación exclusivamente a la vena. Al apoyar los pies en el suelo, sentí como la sangre se movía bruscamente produciéndome un cosquilleo intenso en la planta de los pies. Logré mantenerme de pié pero no pude dar ni un solo paso. Sentía que mis pies pesaban una tonelada y mis debilitados músculos fueron incapaces de moverlos. Seguí intentándolo día a día pero recién al 8° día pude caminar solo –bajo supervisión- dentro de la sala. Los escasos 10 metros de ida y 10 de vuelta me agotaron como si hubiera corrido una maratón.
Al 10° día me pasaron a una habitación pero continuó mi régimen restringido de visitas pues debieron ponerme tres drenes y mantener la alimentación y medicaciones por vía endovenosa. El tubo de mayor calibre se insertó en el pulmón derecho y en el primer drenaje eliminó 3 litros de líquido y continuó drenando pequeñas cantidades durante varios días más. Los otros dos drenes, destinados a eliminar pequeñas colecciones de líquidos residuales a la cirugía y que habían quedado atrapadas en zonas de difícil acceso entre el hígado, la pleura y el diafragma, fueron colocados con ayuda radiológica y tomográfica, para evitar dañar zonas sensibles en el pulmón.
Todos estos procedimientos de colocar y retirar drenes , además de producirme calenturas y fiebres, me limitaban la movilidad, retardando la rehabilitación muscular.
Cuando los drenes y medicamentos completaron su función, mi alimentación oral mejoró y la fiebre desapareció, me dieron de alta después de unos casi eternos 30 días de hospitalización.
Ahora he recuperado algo de peso, mi hemoglobina está en buen nivel y me he podido reintegrar gradualmente a mi trabajo. Estoy sano pero cuando me preguntan ¿Cómo llegaron las bacterias a tu hígado? , solo puedo responder MAYORMENTE DESCONOZCO.

MAYORMENTE DESCONOZCO Parte I

MAYORMENTE DESCONOZCO. Parte I
Roberto Monge Rivero
10 de Marzo del 2010

Estoy efectuando el exámen preventivo anual de la visión de los empleados de Luz del Sur en un amplio auditorio de su local de Chacarilla que comparto con los médicos de otra institución que efectúan exámenes clínicos y que ocupan la mitad posterior del auditorio. Es viernes 19 de Febrero y afuera, el calor es insoportable. El potente aire acondicionado cercano al ingreso y a la zona que ocupo, está al máximo para que pueda llegar a los médicos y pacientes de la zona posterior, pero a mí me da en la espalda y siento que me enfría demasiado. La atención es bastante fluída y no me permite cambiar de ubicación a los equipos. El lunes debo continuar en este mismo local pero antes de iniciar me reubicaré fuera del alcance del frío chiflón. En los momentos en que disminuye el flujo de la atención, aprovecho de salir al lobby y normalizar mi temperatura.
Los viernes los empleados de esta empresa no trabajan por la tarde y en vez de un menú de cafetería, almorzaré en casa y tendré tiempo de hacer una pequeña siesta antes de irme a la óptica. Desperté de la siesta con el cuerpo cortado. Es posible que el enfriamiento por el aire acondicionado me esté produciendo un resfrío pues estoy con fiebre. Apenas pasó de 38° tomé dos pastillas de Paracetamol y me bajó de inmediato pero a las 9 de la noche me volvió a subir y esta vez hasta 39.5° y acompañada de un dolor en la articulación de mi hombro izquierdo. Sigo pensando que la causa es el aire acondicionado que además me ha producido una bursitis. Una nueva dosis de paracetamol me calmó la fiebre y el dolor pero reaparecieron con fuerza a las 2 de la madrugada.
Si se trata de un virus, espero que el fin de semana los síntomas disminuyan pues los días lunes y martes tendré mucho trabajo.
Me pasé todo el fin de semana tomando los antipiréticos, transpirando, duchándome, cambiando ropa, sábanas y almohadas. La fiebre no cede y el dolor del hombro tampoco ni con ungüento antiinflamatorio. Sin contar el hombro, no aparece ningún síntoma respiratorio, digestivo ni urinario. Solo fiebre cada 5 horas.
Premunido de suficientes pastillas de antipirético y bastante líquido para compensar la deshidratación por la sudoración excesiva al bajar la fiebre, atendí en la óptica a mis clientes el sábado y el lunes. El martes completé mi trabajo en Luz del Sur pero el cuadro sigue idéntico. El estómago funciona perfectamente y en mi garganta no aparece ni siquiera una garraspera. Me acaban de comunicar que los exámenes preventivos del miércoles 24 y del jueves 25 han sido postergados. Esto me viene muy bien. Me impedirá el stress de trabajar afiebrado con tanta gente y no creo que un virus dure más de una semana. Solo me quedará un día de trabajo intenso el viernes.
La fiebre no quiere desaparecer. Es jueves 25 de Febrero y ya tengo siete días contínuos de fiebre y sin ningún otro síntoma. Marinés llamó al médico del seguro. Esa misma tarde me revisó y confirmó que los esperados síntomas urinarios, gastrointestinales ó respiratorios brillaban por su ausencia. No parece una gripe viral. ¿Diagnóstico? La respuesta fue muy parecida a la generalmente utilizada por algunos vigilantes desinformados ó algunos policías con órdenes precisas de no informar al periodismo sobre algún suceso ó persona investigada: “MAYORMENTE DESCONOZCO”, respuesta que les suena más importante que un simple NO SÉ. Sin embargo el médico agregó “pero además de la fiebre alta, usted está con hipertensión arterial, arritmia cardíaca y taquicardia. Si no quiere arriesgarse a sufrir un síncope le recomiendo que se interne en una clínica y que de inmediato empiecen a hacerle los exámenes y análisis necesarios para dar con la causa y ordenar el tratamiento para estabilizarlo.”

Ahora a buscar quien me sustituya en los exámenes visuales que mañana debo hacer a los empleados de PHILLIPS . Es un poco tarde para ubicar a alguien que esté disponible para mañana viernes desde las 8 am. hasta las 3 pm. No me queda más opción que hacer mi trabajo rápido, terminar lo antes posible é irme a la clínica. Después del fiebrón de la madrugada del viernes y un par de cambios de pijama por la transpiración, amanecí sin fiebre, me duché, me vestí y le pedí a Marinés que me dejara en las oficinas de Phillips que felizmente están cerca en la torre de oficinas del Hotel Marriott frente a Larcomar. Dejé listo mi maletín con mi ropa y efectos personales y yo la llamaría al terminar mi trabajo para irnos directo a la clínica.
A pocas cuadras del Marriott empecé a temblar y castañetear los dientes. La fiebre subía rápidamente. Paramos en una bodega a comprar una botella de agua y tomé dos paracetamoles más que hicieron un rápido efecto, cesaron los escalofríos y subí a trabajar. No aparece ningún otro síntoma inflamatorio ó doloroso. Atendí sin parar a más de 30 personas y durante el receso para almorzar…¡otra vez la fiebre! Ya son ocho días consecutivos y no cede. Cualquier virus conocido ya hubiera terminado su ciclo y alguna bacteria ya se habría dado a conocer con algún síntoma adicional a la fiebre.
Terminé temprano, Marinés me recogió y fuimos directamente a la clínica. El médico me examinó pero no encontró nada inflamado. Solo pudo observar una fotofobia. Cada día que pasa la luz me molesta más y trato de mantener los ojos cerrados. Ordenó exámenes de orina, de sangre y cultivos. Esa misma noche me dijo que los leucocitos cuyo nivel normal son 5000, estaban cerca de 25000, que la infección es seria y que al día siguiente me tomarían otra muestra. En la mañana del sábado los leucocitos seguían subiendo y bordeaban los 27000 y empezaron con el escaneo. Ganglios normales, tórax normal, pulmones sanos, corazón normal salvo una leve arritmia que ya tenía antes de la fiebre; abdomen normal, hígado, riñones, páncreas normales, salvo una hipertrofia benigna de próstata también pre-existente a la fiebre.
Subió a mi habitación otro médico, esta vez un gastroenterólogo. Nuevamente el examen clínico salió normal pero me hizo una colonoscopía al mediodía. Tengo algunos divertículos en el colon pero ninguno está inflamado. Siguen sin encontrar el origen de la fiebre pero el microorganismo causante me está provocando una septicemia. No queda más remedio que iniciar un tratamiento vía endovenosa con fuertes antibióticos de amplio espectro. Me colocaron suero y una vía por donde aplicar los medicamentos pero mis venas no soportan más de un día la pequeña cánula y ante la flebitis que me genera, las enfermeras se ven obligadas a cambiar de brazo y de lugar para colocar una nueva vía cada segundo día. Mis antebrazos están hinchados y llenos de moretones como si fuera un drogadicto y cada vez que me sacan los esparadrapos que sujetan la vía, me arrancan dolorosamente los vellos del brazo. No sé como las mujeres se depilan voluntariamente.
Aún con la fuerte dosis de antibióticos a la vena, la fiebre continúa y la fotofobia se hace más intensa. La televisión se concentraba en el terremoto en Chile donde vive mi hija Mariana y cuyo departamento en el piso 25 de un edificio antisísmico no sufrió daños. Yo solo podía escuchar sin soportar mirar la luz de la pantalla. Estoy tomando suero de rehidratación oral para compensar el agua perdida por la excesiva transpiración y estoy perdiendo cada vez más el apetito. Sé que es martes 2 de Marzo porque Marinés me lleva la cuenta. Son cuatro días más hospitalizado y con antibióticos; la fiebre, tras doce días consecutivos, no cede y la causa no aparece en los análisis. A pesar de mis contínuos baños y cambios de ropa, la transpiración por la fiebre y el calor del verano me han producido sarpullido en la espalda.
Hasta que por fin el miércoles 3 de marzo amanecí sin fiebre y sin haber recibido antipiréticos, pero sigo en observación y sin diagnóstico. He perdido cinco kilos de peso y no me he afeitado en dos semanas. El viernes por la tarde el médico me anunció: “Mañana te doy de alta restringida porque no tenemos ni idea del origen de tu enfermedad, pero como ya tienes tres días sin fiebre alta y te sientes mejor, ya abres los ojos y mejoró tu apetito, es más seguro que continúes tu recuperación en casa y con antibióticos vía oral, pero antes de ir a casa, pasa por el NAMRID en el Hospital Naval. Es un instituto de investigación de enfermedades tropicales que funciona por un convenio entre la Marina norteamericana y la peruana. Te esperan el sábado a mediodía para tomarte nuevas muestras de sangre y esperemos que encuentren la causa de la fiebre.”Hoy es miércoles 10 de Marzo y ya tengo una semana sin fiebre pero sigo esperando algún resultado.
Mis amigos y familiares se aventuran a creer unos en Dengue, otros en Malaria, otros en la Influenza Porcina y como el cuadro clínico no coincide con ninguno de ellos, cuando me preguntan ¿Qué tuviste? Solo puedo contestar como un desinformado huachimán: “MAYORMENTE DESCONOZCO”.