domingo, 12 de abril de 2009

REGATA PARACAS Octubre del 2001


El martes 30 de Octubre la Asociación de Veleros Oceánicos del Perú dió inicio al conjunto de cuatro regatas denominadas Campeonato Internacional Paracas 2001, con el auspicio de VOLVO y la revista ETC y la participación de 12 veleros peruanos, 2 ecuatorianos y el acompañamiento de un hermoso velero australiano fuera de competencia.

La diversidad de los recorridos y de los vientos lograron convertir este campeonato en el más interesante y emocionante del año. La primera regata partió desde La Punta para dar una vuelta completa a la isla San Lorenzo en el sentido de las agujas del reloj. La segunda y mas importante fue una larga travesía de 120 millas desde La Punta hasta la bahía de Paracas que puso a prueba la velocidad de las embarcaciones, la resistencia de cada tripulación y su habilidad para buscar el viento. La tercera travesía partió desde Paracas para rodear las islas Ballestas y la isla de San Gayán, con retorno a Paracas en sentido contrario a las agujas del reloj, en un bellísimo recorrido en contacto total con el mar y su fauna. La cuarta y última regata y a la vez la más exigente para la tripulación por la cantidad, exactitud y rapidez de las maniobras fue dentro de la bahía de Paracas en un recorrido denominado barlovento-sotavento, de tres vueltas completas entre dos boyas situadas una en cada extremo de la bahía en una línea que sigue la dirección del viento predominante, normalmente de Sur a Norte.

Primera regata con naufragio
El martes 30 a la 01.00 pm. se dió la partida con vientos razonables como para esperar un tranquilo recorrido alrededor de la Isla de San Lorenzo, sin embargo al llegar al cabezo sur de la isla, frente al islote El Frontón, hasta hace algunos años utilizado como prisión, el viento desapareció y algunas embarcaciones, sin fuerza en las velas, eran peligrosamente arrastradas por la correntada contra la isla. Solo les quedaba esperar hasta el límite de la profundidad de sus quillas a que la aparición de una pequeña brisa los ayude a alejarse del peligro a pura vela pues si se veían obligados a prender el motor, quedarían descalificados. En nuestra embarcación, el “Counterpoint”, habíamos tomado la precaución de pasar más alejados, hacia el sur como lo hicieron otros cuatro veleros, el “Hawk” de Pachín Arribas, los dos ecuatorianos, “Andiamo” y “Olimpus” y el velero “Lakemanda” de Fernando Harmsen. Los otros nueve veleros en competencia quedaron entrampados sin aire entre las islas Palomino, San Lorenzo y El Frontón. Finalmente el viento del sur empezó a soplar y nos llegó primero a los cinco del primer grupo y nos disparamos para asegurar los primeros puestos. Cuando el resto recibió aire salieron del peligro pero ya les era difícil alcanzarnos.
Llegamos al cabezo norte a las 6.30 pm. “Hawk”, el mas moderno y veloz de los veleros peruanos, iba adelante escoltado por los dos veleros ecuatorianos y apenas detrás “Lakemanda” que intentaba impedir que lo alcanzáramos, haciendo el camino mas corto peligrosamente pegado a la isla. Conocía la ruta y siempre que la utilizó tuvo profundidad suficiente, pero el fondo marino no permanece inalterable ni la ruta es exacta y en el preciso momento en que le dimos alcance nos sorprendió verlo virar bruscamente hacia las rocas. No entendíamos el motivo de la maniobra. ¡Va a encallar! ¿Se le habrá roto el timón?. Pasamos tratando de alcanzar a los ecuatorianos cuando escuchamos el estremecedor sonido de su quilla contra las piedras. Prendió motor en reversa a toda marcha pero no pudo desencallarlo. Hacía agua y las olas amenazaban con destrozarlo contra las rocas. Pidió ayuda por radio. Eramos la embarcación mas cercana y nuestra obligación era ayudarlos. Abandonamos la competencia , encontramos una lancha pesquera dispuesta a ayudar y regresamos al lugar del accidente. Oscurecía rápidamente y el frío iba en aumento y cada ola levantaba al “Lakemanda” y lo dejaba caer bruscamente contra el fondo rocoso. Su capitán pedía una bomba de agua mas grande ante la insuficiencia de la propia y la tripulación se ayudaba con dos baldes. Dos veleros mas abandonaron la regata, “Madrugada” y “Sestri”. Entre los tres juntamos suficientes cabos para el rescate. Nuestro capitán Tato Heinrich coordinaba por radio las maniobras. Pachín Arribas que ya había llegado a La Punta regresó en una lancha Zodiac que permitió transportar rápidamente cabos, bombas de agua y linternas y colaborar con los amarres. Varios cabos dobles fueron atados desde el mástil y proa del velero encallado hasta la lancha pesquera y con otro cabo amarramos el extremo superior del mástil del velero encallado hasta el velero “Madrugada”ya con el motor prendido. La operación tendría que ser sincronizada. El objetivo era jalar la punta del mástil hacia un lado y hacia abajo para inclinar el velero al máximo y sacar la quilla de las rocas y en ese preciso momento el pesquero debería remolcarlo totalmente inclinado hacia el mar mas profundo. Los dos primeros intentos fueron vanos. O no logramos inclinarlo lo suficiente ó los cabos no fueron lo suficientemente fuertes y reventaron. Rezábamos mientras manteníamos su proa lo mas posible contra las olas. Necesitábamos cabos mas gruesos y remolcadores mas potentes y Dios escuchó nuestras oraciones. Un remolcador enorme de la empresa TRAMARSA y el yate de pesca “Don Max” de Alfredo Gordillo, acudieron en auxilio. Rápidamente repetimos la operación y el velero “Lakemanda” desencalló y llegó al muelle remolcado y escoltado, cuatro horas después del accidente. La emoción y la alegría eran mayores que ganar una regata.

La gran travesía La Punta- Paracas
Miércoles 31, hora: 01 pm. Partimos y nos esperan 120 millas de navegar ceñidos, casi contra el viento, la corriente y las olas. No pudimos comprar velas nuevas así que hemos remendado, parchado y reforzado nuestras velas resecas con retazos de otras velas usadas siguiendo las líneas de costura de la vela original. El viento no está muy fuerte y esperamos llegar a Paracas el Jueves 01 de Nov. al atardecer. Tenemos que aprovechar al máximo las ráfagas toda la noche, porque al amanecer el viento desaparece entre Pucusana y Asia. Nos concentramos en mantener el rumbo. Pasada la medianoche pudimos apreciar los primeros resultados cuando vimos pasar por nuestra popa al trimarán “Nautilus” de Carlos Canziani que debería habernos sacado mucha ventaja. A las cinco de la madrugada nos quedamos sin aire frente a la isla de Asia y cambiamos nuestra grande y gruesa y remendada vela genoa por otra mucho mas delgada y pequeña que nos permitió avanzar aunque muy lentamente sin permitir que el trimarán se nos aleje. Por la tarde ya teníamos las islas Chincha a la vista, pero lo mejor de todo es que también teníamos a la vista a los veleros mas grandes y el viento empezó a soplar cada vez mas fuerte, las olas a crecer y el agua a pasar sobre nosotros. Repusimos la vela gruesa. Entramos a la bahía de Paracas a las 8.30 pm. con 22 nudos de viento y la vela descosiéndose pero logramos el segundo puesto, detrás del ecuatoriano “Andiamo” y relegando al “Hawk” el velero mas veloz del Perú al tercer lugar. Su capitán Pachín Arribas exclamó: ¡Es el colmo, me han ganado con un velero todo remendado! Le contestamos que no solo nuestras velas eran viejas pues nuestra tripulación es la de mayor promedio de edad y no solo las velas están remendadas pues uno de nuestros copilotos, Ricardo Leigh, tiene tres operaciones a corazón abierto y varios By passes. Esto aumenta el valor de nuestras medallas de plata y el precioso trofeo: Un velero de cristal, engastado en una base de mármol negro y placa de plata.

Travesía a las islas Ballestas y San Gayán
Anoche dormimos relajados y hoy viernes 02 de Noviembre temprano reparamos las velas y partimos de Paracas en la tercera regata rumbo a las islas Ballestas famosas por su diversa fauna de aves y lobos marinos. Pasamos frente al famoso “Candelabro de Paracas” que unos alumnos despistados malograron, marcando encima el nombre de su instituto educativo. Se ha reparado solo con los vientos fuertes que han borrado las marcas nuevas dejando solo el dibujo milenario. Lo mismo sucede con las “Líneas de Nazca” continuamente violadas por motocrosistas y areneros. Con el viento se arreglan solas casi mágicamente. La forma de los surcos y los diferentes pesos de los materiales utilizados hacen que el viento mantenga los dibujos en la forma original.
Al bordear Ballestas, el viento aumentó y los veleros nos manteníamos en los puestos esperados de acuerdo al tamaño y el handicap. Llegamos a San Gayán casi todos juntos detrás de los dos más grandes “Hawk” y “Huracán” y nuevamente el viento desapareció y todos nos quedamos bamboleando sin poder llegar al corredor entre la isla y la península. La regata quedó convertida en ruleta. Tres pequeñas ballenas se encargaron de entretenernos un poco hasta que el viento empezó a soplar. Hasta ese momento ningún velero había podido mantener su posición inicial, algunos hasta habían retrocedido a merced de las olas y las corrientes marinas. El velero mas pequeño “Ravin” de Hugues con la tripulación de la Marina de Guerra, salió antes de la calma y llegó primero a Paracas seguido del ecuatoriano “Andiamo” que demostraba su gran regularidad. Detrás de ellos llegamos 6 botes casi juntos, para fotografía. Otros tres no pudieron salir de la calma a tiempo y sobrepasaron la hora límite de llegada. Obtuvimos el puesto 8° pero el bote andaba bien. Esa noche el Yatch Club de Paracas nos recibió con anticuchos, picarones, música y danzas negras.

Ultima regata. Barlovento-Sotavento en la bahía
Este tipo de regata favorece casi siempre a los veleros mas pequeños que el nuestro ó a los más modernos y maniobrables; el viento estaba fuerte y rafagoso y la tripulación muy liviana por lo que tuvimos que dar la ventaja de partir achicando la vela mayor, haciéndole un rizo para quitarle potencia ó nos volcaríamos, sin embargo nuestra tripulación ya había logrado estado físico y estuvimos bastante concentrados en los virajes y en las continuas maniobras de arriado é izado de velas de proa (genoa y spinaker), por lo que logramos un meritorio 6°lugar. No lo podíamos creer. Nuestro capitán estaba realmente emocionado. A pesar de tener que achicar la vela y del abandono por el rescate de “Lakemanda” en la primera regata, quedamos en el 5° lugar de la clasificación general. Bajamos a comer bien-el chupe de corvina y el saltadito de lenguado estaban para chuparse los dedos- y antes de que se nos pase la euforia nos embarcamos ese mismo sábado de regreso a Lima a donde llegamos el domingo en la tarde, a tiempo para tomar un reparador baño caliente, tomar té con la familia y descansar.

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