domingo, 12 de abril de 2009

DEL DESASTRE AL TRIUNFO. COPA GALÁPAGOS 2002













Parecía solo un sueño lejano cuando en Noviembre del año pasado los navegantes ecuatorianos que vinieron a participar en la Regata Internacional Copa Paracas, nos comunicaron que en Octubre del 2002 se realizaría la VI edición de la Copa Galápagos y nos trasmitieron su deseo de que la flota peruana de veleros oceánicos participara en ella.. En ese momento, nuestro velero Counterpoint no era ni la sombra de lo que fue diez años atrás cuando fue elegido como el Velero del Año en las competencias de Nueva York. La prolongada recesión económica peruana no había permitido a Eduardo “Tato” Heinrich, nuestro capitán y propietario del velero, darle el mantenimiento mas apropiado. Las velas habían sido parchadas con retazos de otras velas, los cabos estaban gastados y algunos molinetes deteriorados; el motor pedía reparación a gritos y el casco y la cubierta necesitan una buena mano de pintura, pero lo que si sobraba en el Counterpoint era el entusiasmo y la experiencia de su tripulación. Todos los tripulantes eran navegantes eran propietarios ó tripulantes de otros veleros mas pequeños y su pericia quedó comprobada cuando en la larga travesía desde El Callao hasta Paracas, el Counterpoint quedó en segundo lugar, con sus cabos viejos y sus velas remendadas, arrebatándole el puesto al poderoso velero peruano Hawk, el mas moderno, grande y veloz de nuestra flota y pisándole los talones al velero ecuatoriano Andiamo que llegó en primer lugar.

Al recibir nuestro trofeo y nuestras medallas de plata en Paracas, decidimos aceptar el reto de competir en Ecuador en lo que sería nuestra mas larga travesía. Son más de mil kilómetros hacia el oeste los que separan el balneario de Salinas de las Islas Galápagos y son al menos tres días enteros de navegación contínua a pura vela. Necesitábamos hacer muchas mejoras y solo teníamos once meses para la preparación. La Copa Galápagos se correría desde el 5 hasta el 13 de Octubre del 2002 en una serie de cuatro competencias.

A fines de Setiembre el Counterpoint partía del Callao rumbo a Salinas, Ecuador con la tripulación alterna en una travesía que duró cinco días. Yo había llegado en avión a Guayaquil unos días antes donde me esperaba mi papá para ir en su camioneta a Salinas a esperar la llegada de nuestra nave, revisarla, limpiarla y ordenarla pues el resto de la tripulación de competencia recién llegaría el día 4 de Octubre.

La inauguración se realizó en la Escuela Naval de Salinas, contó con la asistencia del Presidente de la República del Ecuador, Sr. Gustavo Noboa é incluyó un desfile de las tripulaciones participantes y un coctel de bienvenida en el Yatch Club de Salinas.Esta ha sido la Copa Galápagos con mayor número de participantes peruanos, el velero Hawk de Javier “Pachín Arribas, el velero Papiro de Alfonso Bringas, el velero Pisco Puro de Alfredo Gordillo y nuestro velero Counterpoint de Tato Heinrich. Al día siguiente se dió la partida de la primera de las cuatro regatas de la copa. El recorrido fue de aprox. 40 Km en un circuito frente al balneario de Salinas. Los catorce veleros participantes, siete ecuatorianos, uno norteamericano y cuatro peruanos rondábamos entre la boya de partida y la lancha del juez de regata hasta que se bajó la bandera y partimos. Salimos en séptimo lugar pero rápidamente nos ubicamos en la cuarta posición y alcanzando a dos veleros ecuatorianos más. El Hawk y el Pisco Puro dominaban la punta y nosotros muy cerca. Tres veleros peruanos en posición inmejorable, inclinados por el viento, con nuestras velas templadas al máximo, los once tripulantes haciendo contrapeso pegados a la baranda cuando escuchamos un fuerte crujido, un golpe y nuestra nave se inclinó bruscamente hacia el lado contrario al viento como si hubiera sido embestida por otra embarcación. Miré hacia mi espalda pensando que era un choque cuando veo caer al agua a nuestro enorme mástil de 19 metros, roto en pedazos, rompiendo de paso las nuevas velas al caer. De pronto uno de nuestros compañeros gritó: ¡Hombre al agua!. La baranda se rompió y nuestro compañero Carlos Bravo había caído al agua. Iniciamos su rescate cuando se acercó a recogerlo el DOVE III, un enorme yate a motor que veía de cerca la competencia.. Lo abrigaron por fuera y le invitaron un trago para abrigarse por dentro. Estábamos tratando de recuperar nuestras velas cuando otro compañero de navegación, Rudolf Röder, resbala, se apoya en el resto de la baranda rota y cae al mar. A pesar del desastre nos pusimos a trabajar y recuperar todo lo posible, antenas, veleta, cabos y poleas y hasta le hicimos bromas a Rudolf acusándolo de simular su caída al mar para no ayudarnos é irse a tomar un Whiskey y unos bocaditos en el yate.

El dueño del yate DOVE III de apellido Diminich, que acudió en nuestra ayuda y nos remolcó hasta el puerto, había tenido una experiencia similar en su velero en la anterior Copa Galápagos y sabía cómo nos sentíamos por dentro. Nuestro sueño de participar en la Copa Galápagos parecía romperse en pedacitos en la primera competencia.

Esa noche en la entrega de los premios de la primera competencia, analizamos varias opciones; desde alquilar otro velero lo que nos salía muy caro, repartirnos uno en cada uno de los otros veleros participantes lo que separaría nuestro equipo, irnos en avión ó en los barcos de escolta a Galápagos lo que sería solo turismo ó reparar nuestro mástil y coser nuestras velas aunque partamos un día ó dos después de los demás, pero no rendirnos. ¡Y no nos rendimos!.

El domingo 6 por la mañana mientras todos los veleros partían hacia las Islas Galápagos, nosotros estábamos reparando la baranda, cosiendo y parchando las velas y soldando el mástil con la ayuda de un grupo de técnicos soldadores de la Marina del Ecuador, los empleados del Yatch Club de Salinas y con el apoyo logístico de mi papá y su camioneta Kangoo Renault que nos sirvió para comprar repuestos y materiales, cables, equipos de soldadura y transporte de las velas para costura. Trabajamos sin parar todo el domingo y todo el Lunes. Logré que en Libertad, el pueblo vecino a Salinas me reparen el obenque(uno de los enormes cable de acero macizo que sujetan el mástil) que al romperse causó el quiebre del mástil en cuatro partes. Cuando el mástil estaba casi listo al operador de la sierra eléctrica se le resbala la máquina y se hace un gran corte en la pierna. La camioneta de la Marina del Ecuador lo lleva a la enfermería de la escuela naval y al salir apuradamente pasa sobre el obenque recién reparado y lo vuelve a malograr. Salí disparado con mi papá antes que cierren el taller en Libertad para volver a reparar el obenque. ¡Nadie se rinde! Cosen al herido con 25 puntos y éste sin avisar al médico regresa a terminar su trabajo.¡Tampoco se rinde!. El lunes en la noche todo está listo para instalar pero la marea está muy baja y el velero encallado en la arena. Tenemos que esperar hasta la madrugada del Martes que suba la marea y llevar enorme mástil hasta la grúa de un club cercano en el vecino puerto de Santa Lucía para instalarlo y partir sin resguardo naval, luego recorrer solitariamente hacia el oeste los mas de mil Kms hasta las famosas islas, navegando sobre la línea ecuatorial-Latitud Cero.

Al medio día del martes 8 nos dieron la partida. A medida que nos alejábamos de la costa, el oleaje y el viento se hacían mas fuertes; el Counterpoint volaba sobre las olas pero de vez en cuando una gran ola pasaba sobre la cubierta. Almorzamos sándwich de queso con mantequilla. Por la noche a 130 Kms de la costa una gaviota solitaria nos perseguía y volaba inexplicablemente junto al mástil. Pronto vimos que la olas habían dejado sobre cubierta a unos sorprendidos calamares y la gaviota no se atrevía a aterrizar . Decidimos devolver los animalitos al mar y la gaviota se fue sin su bocadillo. Hicimos tres grupos y nos turnamos cada cuatro horas en el manejo de timón, velas é instrumentos. Navegamos sin parar bajo el sol tropical y bajo la lluvia de una tormenta. La primera noche, cada crujido del velero nos hacía mirar hacia el mástil reparado temiendo otra rotura, pero aguantó firme las 75 horas contínuas de olas y viento. Una sopa china instantánea caliente y con bastantes fideos nos reanimó. Al día siguiente, manzanas, chocolates Sublime y gaseosas y mientras comíamos ¡ Peces voladores!
Primera vez que veo un pez volador. Sardinas con alas.

Cuando en la madrugada del viernes tras una noche fría y lluviosa, avistamos la primera isla de las Galápagos, San Cristóbal, agotados pero alegres, preparamos huevos revueltos en el desayuno. Los delfines salieron a nuestro encuentro y nos escoltaron hasta Puerto Ayora en la isla Santa Cruz donde mi papá y la esposa de Rudolf que llegaron en avión, nos esperaban emocionados. Nadie mas esperaba que pudiéramos llegar ó por lo menos llegar tan pronto para participar en la siguiente competencia en Puerto Ayora. Hasta tuvimos tiempo de hacer nuevas reparaciones en la vela, pasear por la isla y tomar fotos de la sorprendente flora y fauna nativas. Nos llovieron abrazos, felicitaciones y manifestaciones de asombro por la osadía de viajar sin compañía en un velero recién reparado y sin tiempo de probarlo. Al terminar la última competencia obtuvimos grandes medallas y un hermoso trofeo: Una gran réplica en madera incorruptible de la carabela Santa María como premio y reconocimiento Al Mayor Espíritu Marinero.Sin embargo el premio más importante es nuestra propia felicidad de haber logrado cumplir nuestro sueño y llegar a la meta contra todo pronóstico y superando todos los obstáculos.

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